miércoles, 28 de octubre de 2015

Para decir que sí.



Para decir que sí.


Al mirar la historia de salvación, la manera en que Dios quiere rescatarnos, la manera en que se encarga de darnos una solución, después de la desobediencia en el Paraíso, descubro tanto, tanto amor.
"No me escuchaste, pero yo mandaré un Salvador. Te daré la solución para que salgas de éste embrollo en el que te has metido hijo mío." 
Supongo que así habló el Padre lleno de compasión.
El plan de la encarnación fue llevado a cabo por un "Sí". 
El de María. 
Por eso es tan importante para nosotros nuestra Madre. Dulce música para nuestros oídos y para los del Padre. Y bajó el Espíritu Santo.
El plan del Anuncio del Reino, de sus milagros, de su paso entre nosotros, haciendo el bien, la aceptación en el huerto de los Olivos, la crucifixión y muerte fue otro "Sí".
No se haga mi voluntad sino la tuya. Dijo que sí. Dijo sí. Al sacrificio y al sufrimiento.
Pero aún no ésta terminada la salvación. El sí definitivo yace en el corazón del que necesita ser salvado.
De la creatura imperfecta que en ocasiones ignora lo que se ha pagado por él.
Dios Padre, como un enamorado sin remedio, busca todos los días, nuestra aceptación. Nuestra respuesta.
Decirle a Dios que sí, para que entonces, en un romance eterno, sólo tengamos que mirarnos a los ojos, en oración.



No hay comentarios:

Publicar un comentario